28.2.07

Oportuno

Oportuno

Se han abierto los caminos
donde cada piedra tiene
conocido nombre propio,
el viento levanta el polvo
donde se guardan los pasos
de cada hombre intentando
vivir para dejar huella;
un hálito les arrastra
rompiendo toda frontera,
dueños del espacio-tiempo,
venciendo las dimensiones…
superando cada meta.

Por doquiera se aparecen
reafirmando su fluidez
en un ciclo que se muestra
a cada uno en el tiempo
de llegada y de salida,
en la perfecta simbiosis
del morir para dar vida,
en la noche que repite
su marcha de madrugada.
Magnificente proceso
el sinigual engranaje
que hemos dado por perdido.

©Rufina

Mírame 2


Mírame amor, que tengo todos los colores
del alba en la piel para darte.
Deléitate en el reflejo tibio del sol
que brilla en mi sonrisa quieta
sobre tus intranquilas aguas
y busca la húmeda frescura
de la brisa entre mis pechos.

No me sueñes perfecta, ni hermosa, ni tuya;
sólo acéptame plena, transparente, sencilla
y deshace las escolleras
que protegen mis costas.
¡Embísteme implacable!

Mírame amor, que las gotas de rocío
en mi cabello de viento
esperan que las bebas antes de evaporarse
y los prismas que reflejan
mañana no brillarán igual.
No imagines mis ojos, mis manos, mi cuerpo...
no quiero que duela el desencanto.

Mírame amor, internízame, retenme, víveme...
haz tuyos mis sabores
y liba alimentándote, la ambrosía de mis mieles.
Invade mis espacios, redescubre,
reconquista... ¡inunda!
Edifica tu castillo en la cima más alta
y hurga en el abismo más profundo.

Después de hacer el amor,
bésame los ojos, las sienes
y déjame ser quien llene de dicha tus espacios
viviendo en la profundidad de tus misterios.
Mírame amor, porque cada mañana
soy nueva criatura en tí...
¡enamorada!

27.2.07

Intimo I



Aquella primera vez
de espaldas a la puerta.

Las sábanas hablaron:
mezcló aromas, sudor...
Cabello, lágrimas,
temblores y rubor;
la marca de mis dientes
en la almohada:
¡caída al vacío!

Gritos, ecos constantes
de abismos profundos;
tus ojos, el pañuelo,
mis uñas en tu espalda
y tatuado en tu cuello
el carmín de mis labios.

La puerta a la espalda.

©Rufina

Indescifrable



Indescifrable

Te escapaste en el humo
y no supe si eras de vapor o de fuego,
esotérico espanto o espejismo sublime.
Tu mirada amorosa se perdió entre mis manos,
apenas distinguía tu sonrisa de beso
y tu gesto apacible se borró de mi pecho.

Moviéndose en el aire quedó tu voz quebrada...
tus brazos extendidos se hicieron transparentes
y mi nombre en suspiros no salió de tus labios.
Te escapaste en el humo.
No pude retener ni siquiera recuerdos
de lo que un día fuera el más hermoso sueño.

©Rufina

VII


VII

Puedo jactarme de nada:
utopía indefinible soy,
aferrada a la queja, al llanto,
al miedo aprendido de otros,
a una eterna, errada historia.

Nada es propiamente mío:
alucino si alcanzo el cielo,
robar horizontes es...
sueño.

Nada tengo en los recuerdos
(se deshicieron quebranto);
no habrá mañanas si es hoy.

Puedo jactarme de nada:
ser imagen, invisible;
pretender borrar los miedos
con una mueca de espanto,
ser una gota en un río...
un perro perdido sin dueño.

Nada es propiamente mío:
la existencia es ilusoria.

©Rufina

A ese amor


A ese amor

Cuando intento entender ciertas cosas... ¡me rebelo! Reniego, enfurezco... y esa parte humana tan dañina que todos llevamos dentro sale a flote y duele. ¡Duele profundamente! Posiblemente, el solo hecho de haberte hecho partícipe de mí, me hace sentir algo 'acorralada', porque he sentido el deseo de ocultarte algunas cosas (muchas veces por no herirte), pero termina ganándome el amor... y el amor que he conocido, para bien, es el lleno de verdades y especialmente de luz... con todas sus consecuencias.

No hablo del amor como lo conoce todo el mundo, en el contexto afectivo, emocional o carnal... sino de ese amor que hemos aprendido a sentir y a compartir casi sin darnos cuenta y que surgió de la inmensa necesidad de simplemente ser nosotros mismos, con nosotros mismos, en nosotros mismos, y de la terrible agonía de no tener quién recibiera lo bueno que podemos ofrecer, ni quien nos reciprocara sin engaños y miedos. Muchas veces me refiero a ese amor como único sé y sabe todo el mundo, utilizando vocablos aprendidos con definiciones específicas y maleadas. Más no es así de la única manera que lo siento y no es así la única manera de sentirlo. Es casi inútil de explicar por lo invariable y muy difícil de asumir por lo inmenso.

Hablo de ese amor que de alguna manera ha logrado que poco a poco aceptemos nuestras debilidades haciéndonos más humildes, pero mucho más fuertes; ese que ha ido limpiándonos de las amarguras, el abandono y la absoluta tristeza; ese que ha permitido que contemplemos el mismo horizonte desde diversas perspectivas. Ese amor que ha roto barreras de tiempos y espacios para hacerse presente en la ausencia; que ha dejado sueños en los vuelos del alma; nos enfrenta a nuestros miedos y nos permite expresar las realidades como las percibimos, asumirlas como son; que se muestra abiertamente, que se lee en nuestros rostros, se asoma en nuestra mirada y se escucha en nuestra palabra, en el castañeo de nuestra risa, la pureza de nuestras lágrimas; el que ha creado en nuestras mañanas nuevos colores de luz y en nuestras tardes recién nacidos atardeceres. Ese que espontáneo y honesto nos celebra un logro, muestra una sonrisa, apoya una empresa, acaricia sin penas, consuela en la derrota, llora una decepción. ¡Nos llena de compasión!

A ese amor me refiero y no a otro. El que me gana por entero, vertical, fiel y transparente; fuerte, cruel, tierno, sublime, verdadero... soñador, turbio, suave, engañoso... ¡Humano! ¡Divino! Que es parte de nuestra naturaleza aunque le neguemos y gana por conciencia, por justicia... ¡no por sentidos y deseos! ¡Ese es el amor que nos hace grandes! Nos revela contra lo que no es y nos dirige a lo que necesitamos y merecemos irremediablemente, porque la Naturaleza en Su Sabiduría no tiene espacios para los errores, ni la Justicia de Su Divina Humanidad servicio a lo necio, quereres a destiempo o sueños irracionales... ¡Ni a realidades inventadas!

Ese es el amor al que me refiero; el de entrega sin preguntas, cuidados sin medida, cariño profundo sin razones o esperas, el que empuja a la dádiva alegre y no a la posesión obligada. ¡El que me ha dado muchas otras razones para vivir y me ha hecho tan humana que casi soy divina!

A ese Amor me refiero... ¡a ese!

©Rufina

26.2.07

Adivinanza


Nombre

No se haya en la forma,
el tamaño o volumen,
lo frugal, duradero o en el vocablo nímeo,
metafórica imágen que intente describirle.
Toda apariencia cabe
dentro de su dominio,
como cabe una imagen fuera de lo que abarca.
Imposible llamarle sin haberlo escuchado;
tan difícil saber si define algún rostro,
como el adjudicarle determinada hechura.

En su uso señala, posesiona y describe...
etiqueta y limita abarcar los espacios.
Pertenece a cualquiera,
cualquier cosa le tiene...
Descalzo pareciera que el vestido que inventa
esta hecho de ajenos, desteñidos retazos
y sus caminos nuevos
han andado otros pasos.

©Rufina

Carpe Diem

No ha de ser una pena, una herida,
un descuido, lo que fije la hora,
el momento preciso, manera y duración
de la entrada al lugar donde todo es la nada
y nuestra humanidad se torna insoportable...

No hará falta la urgencia, deseo de transitar,
apresurar el paso o hacer el menor ruido,
si nada ha de evitar enfrentarnos al reto,
temiendo a la llegada que antes nos jactamos
de poder controlar.

No hará falta tener alas de mariposa
para sentir quemarse llegando cerca al fuego,
ni existirá locura que algo justifique;
alargar junto al tiempo la agonía ganada
es faltar con descaro a las reglas del juego
y aunque no lo aceptemos...
¡es dejarnos ganar!

©Rufina

25.2.07

Parafraseando al Poeta














LA NOCHE

Llega el reposo
después del grito
cuando se funden
la oscuridad,
el silencio
profundo de la fronda,
el camino entre grietas...
y la noche.

Robado el nombre al origen,
diversificadas las cosas,
se funden lo ínfimo
y lo sagrado
en el juego
único

que designa
la perpetuidad
de un nombre
sin silencios.

©Rufina
25-2-07