24.3.07

Voz Muda


Voz Muda

Amaneció y estabas
repitiendo sueños,
doliéndote inevitable,
llorando muertos de nadie.

Mientras de frente,
en ruidosa caravana
desfilan alegres,
celebrando que mueres,
bailando lo que no quieres
y cantando...
¡cantando!

A su mísera canción
te llaman, te convidan,
te tientan, te invitan...
callado, les complaces
reviviendo los años,
asumiendo el amor
como engaño,
llorando muertos de nadie.

Amaneció y allí sigues...
escuchando de otros
los cantos.

©Rufina



Casi Nada


Tú, que tomas las palabras hechas
y las utilizas a conveniencia...
Que has logrado socabar los cimientos
de mi otrora admirada fortaleza;
me lees poemas que no escribes,
escribes palabras que no crees...
que me llenas de ternura con romance,
me endulzas el oído y desinhibes
mi mojigato ser con la promesa
de retener los sueños a mi alcance.

Tú que provocas la caída
de oxidados pedazos de armadura
que ya no tiene fin seguir vistiendo,
desde que has hecho espacio en esta vida
que hacía mucho cuidaba sepulturas
de esperanzas fallidas sin intentos.

Casi nada me has dado... ¡casi nada!

La ilusión del amor que es a destiempo,
el refugio a las penas y el sosiego
de esa entrega que suple las carencias;
el abrazo que entibia lejanías,
la ternura que acaricia con el viento;
tu risa, la razón de mi alegría,
la llenura del alma si te tengo.

Casi nada me has dado... ¡Casi nada!


23.3.07

Danza y latidos


Comienzo calmado...
tanteando, calentando ambiente,
las manos se mueven constantes, graciosas,
de músculo y sangre se disfruta ritmo,
se anticipa clave.

Luego, el contoneo de un cuerpo
que presto responde y se entrega,
se mueve y se tuerce al compás de cuerdas...
sintiendo en las venas cada movimiento
en certero golpe de paso seguro
late fuertemente en las limpias sienes.

Erguida la frente se tensan las piernas,
se contraen, se aflojan
y siguen el ritmo que es como de fuego.
Por breves segundos casi se detienen,
entonces... armonía hermosa
retoma con fuerza.

Pasión-plenitud que ardores externa.
El rítmico golpe se siente profundo,
conviértese en brazas de fuego que, intenso,
provoca sudores que agotan y llevan
al final glorioso... ¡faena perfecta!

En el pecho, un eco: desbocado potro.
La danza termina en temblores de gloria,
con músculo y sangre,
fatiga en el pecho y lo demás...
relajadas piernas.

Notas rosadas


Surge la urgencia.
Dedos que urgan cuerdas sensibles
entre las capas tibias
mojadas
suaves encantos.
Guitarra tierna que se estremece
al tibio toque que la estimula
con la paciencia de los que saben.
¡Gimen las cuerdas!
¡Late madera!

Dulces acordes
que funden manos
sangre
sudores
hasta mezclarlos en las tibiezas
que abren camino a la locura.
Notas rosadas
ejecutadas con maestría,
logran el cénit
en los arbores de madrugada
cuando las capas
tibias,
sensibles,
de hojas mojadas suplen urgencias
en los sudores de la armonía.
¡Late madera!



No hay regresos


Aquellas parpadeantes luces
besaban el horizonte
cada vez más lejos, suaves...
Una amarga despedida
sobre un ocaso de ruegos,
lágrimas de grises nubes,
naranjas en centro ardiente
como queriendo fundirse
con estrellas escondidas,
como aferrarse a la vida
cuando se espera la muerte.

Buscando lejos, allí...
un rostro que no se tiene,
los ojos abiertos, ciegos,
la nueva marca del tiempo,
las tristezas señaladas
en comisuras de labios
que quedaron sumergidas
en platónicas esperas
y no llegaron al beso.

Perdidas contra el ocaso,
húmedas por la llovizna
de lágrimas que se secan
tintilleando agonizantes
y besando al horizonte
como el tiempo...
no regresan.


Lo Dudo


No tengo espacio para la muerte.
Entre las horas, me desespero
al filo ciego donde la curva
de las demoras mueve los sueños
y se levantan las tempestades
que ha milenios consumen esas
mil esperanzas llenas de miedo.

No quiero imágenes delatoras.
Cuando me entere estaré más lejos
y la conciencia ya inexistente
dará la espalda a las realidades
salvajes muestras de lo imposible.

No tengo espacio para la muerte
no hay visiones rudimentarias
de lo esperado ni lo perdido
desde ventanas siempre cerradas
como futuros desvencijados
por un martirio desconocido.

Orear los sueños sirve de poco
en los reflejos contra cristales
queda la mancha de los pecados
el techo frágil se da por roto
las flores lloran sangre podrida
las pestilencias arden las torres
de los castillos que dando vueltas
pierden la curva de las esperas
y la distancia se hace más larga
cuanto más corto se torna el tiempo.

No tengo imágenes de la muerte
que verifiquen esa existencia
tampoco habrá luego de ella
certeza alguna de haber vivido.
No quiero encuentros inesperados
no hago preguntas por el camino...
no estoy segura si ya he llegado.



Éxtasis


Tomo aire en bocanadas,
aspiro de tu esencia,
me adhiero a tus pestañas,
sáciome de tus labios...
engullo tus alientos,
me sumerjo en el fondo
abismal de tus ojos.

Tus manos de caricia
han domado la arcilla
que hoy forma mi cuerpo,
restaurando heridas,
curándolas con besos,
construyendo mañanas...
reinventando la vida.

Permaneces,
tatuaje profundo
en mi espalda, mis brazos,
en la piel de mis pechos...
Mi plenitud completas
fundiéndote en los zumos
calientes de mi sexo.

Pavana para el otoño


Pavana para el otoño

La lluvia y las hojas caen...
Llegando el día,
las horas perdidas se cuentan doble
y el gris del cielo se repite
en el espejo de las calles,
en cada desnivel del suelo
donde ángeles ciegos,
entristecidos, buscan sus rostros
llenos de añoranzas
y sueños rotos.

Todo transita sumido en el sopor
que invita a buscar
tibieza de un cuerpo
que comparta necesidades,
que se brinde con derroche
a cualquier desvelo
y tenga la certeza de que al amanecer...
no será el mismo.

Las horas se harán menos,
las hojas romperán el espejo de las calles,
los ángeles al fin
encontrarán sus rostros...
y colgada del vuelo de los sueños
dejarán la tristeza.

El otoño...
no está hecho para soledades.

Dónde te busco

Dónde te busco
por las mañanas
estrella fugaz
que intento atrapar
a deshoras
con mi anzuelo poesía
y te escurres
súbitamente
entre la ranura imperfecta
de unos torpes (por enamorados)
dedos

Maikel Riggs

6.3.07

Engranaje


Engranaje

Imperceptiva esencia
llenará los rincones donde la luz no alcanza,
en el toque entre piezas que sin prisa se rinden,
cada punto de blanco perderá su pureza
al empuje sutil de una mano que, experta,
derriba resistencias... temblores,
caminando veredas, uniendo sus pedazos.

Irá venciendo retos en las altas montañas
hasta atisbar más lejos...
al abismo albacea de mieles y ambrosía
que en su oscuro misterio ha de tragar las piezas
de un juego que termina cabalgando en las alas
de extenuado pegazo...

Rufina

Me pasa


Me pasa

Me abandonas en medio
de la oscuridad más densa.
Me sacudes y obligas
al sueño más profundo.

Me raptas, me posees
alejándome del mundo...
Me llenas de promesas
con tibieza y placeres,
me odias... ¡y me quieres!

Dominas con tu voz,
me seduces, me elevas,
enloqueces, arrebatas,
agudizas sentidos...
por la senda, perdida,
me llevas de la mano
al borde del abismo
desde donde me lanzas.

Al filo de la muerte
me levantas, me ennobleces
y como haciendo nada...
¡me devuelves la vida!

©Rufina

5.3.07

Oferta


Abismos profundos
esperan al hombre
que encuentre mis ojos
y ose amarme...
El,
su instinto
las noches
esperan mi guía.

En grito de guerra
empuño la lanza,
abro los abismos...
¡el amor habita!

Rufina

Juegos


Te has colado,
sueño bajo la ropa.

Caricias,
aleteo nervioso de mariposas,
tu fuego
me diluye.

Calor de brisa
quema lentamente.

Tú, sueño...
me llenas,
deshaces,
vacías,
reconstruyes.

Te has colado,
brisa de amor que enamoras,
colmas,
desbordas.

Bajo la ropa caricias
de fuego,
desbordado sueño,
conmigo...
te haces agua.
Rufina