25.2.09

Reflexión en el adiós a un poeta


Hubo un tiempo en que la muerte de un poeta no pasaba inadvertida para las grandes multitudes. No es un chiste ni una exageración. Realmente existió una época en que Victor Hugo tenía los funerales de un emperador; las costureras y las amas de casa hablaban de Darío, Neruda, Carriego, Vallejo, Rilke o D'Annunzio por las calles del mundo; o las mujeres florentinas se cruzaban de vereda para no toparse con Dante, porque no querían trato con el hombre que "había bajado al Infierno" (y en cierto sentido tenían razón).
Hace unos días murió el poeta y periodista Daniel Chirom, editor de la revista de poesía El Jabalí y del programa del mismo nombre que se emitió durante varios años por Radio Nacional. Fue autor de varios libros ("Crónica a Robledo Puch", "Los Atlantes", "La Diáspora", "El Hilo de Oro", "Candelabros", etc), pero fue un incansable, frenético, obstinado difusor de la poesía. En tiempos en que la Argentina se debatía en discusiones sobre economía, política o la formación de la selección de fútbol, Chirom se entregó a la tarea de rescatar, con ediciones sencillas y riquísimas, o mediante artículos en los suplementos literarios de Clarín, La Prensa, La Razón, El Periodista, Debate, etc, a poetas y escritores olvidados de las letras hispanoamericanas o voces del continente insuficientemente leídas o no conocidas. Antologías de Wallace Stevens, Walt Whitman, Raúl Gustavo Aguirre o Edgar Bayley se sumaron a esa tarea encomiable. Hace unos años, el poeta y profesor Juan Manuel Marcos realizó un estudio sobre su obra que fue publicado en la Universidad de Louisiana, Estados Unidos, bajo el título "Imagen y Autoimagen en Daniel Chirom".
Era hijo de Perla Chirom (que durante años condujo en radio el programa "Buenas tardes, buenos libros" ) y fue amigo de casi todos los poetas (conocidos o desconocidos) que se le cruzaron en el camino. En los bárbaros tiempos del nazismo, las hordas hitlerianas saquearon la casa de Saint-John Perse y destruyeron sus poemas inéditos. Agobiado, temeroso, en un momento sacó fuerzas de algún lado y comentó: "Después de todo no importa. Yo soy poeta, lo demás es secundario". Esas palabras, que Chirom conocía, podían haber sido tranquilamente suyas. Walt Whitman observó en cierta oportunidad que "para tener grandes poetas, debe haber también grandes públicos". Chirom fue, en esta Argentina tantas veces devaluada, uno de los intelectuales que trabajaron con entusiasmo en la construcción de ese auditorio. No es mucho más lo que puede hacer una persona.


Gregorio Riveros .´.Pampanito. Trujillo (Venezuela).Tlf. 0416-476.54.04

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