15.3.09

El cuento de nunca acabar


De regreso al encuentro de nuestro norte, como cuando las afiebradas tardes daban razones a la esperanza, y flotaban los sueños entibiando los días sobre cimientos de aire que abatidos y débiles enfrentaban los miedos. Nunca estuvieron lejos, sino de la ceguera que amenazó desaparecer y devolvernos a la desprotección. Como estuvimos antes... Como estuvimos siempre...
Como estamos ahora.

La lírica de las sirenas no ha cambiado en milenios, pero aparece nueva a quienes se consumen soñando con perderse dentro de remolinos que dejan atrás sus colas. No existe persuación ante la perspectiva de asumir lo perdido y, con el tiempo, se abren los sentidos y la virtual vivencia de las cosas sin rostro, hace que lo imposible nos mire de frente buscando afirmar pasos, respirar profundo... ¡aferrarse a la vida!

Justo antes de la meta, hay quien renuncia a todo por sentir el tormento de haber estado ahogado por demasiado tiempo... y hay quien llegando al cielo, abandone su nube y se lanze al vacío creyendo tener alas. La realidad se impone, porque estamos muy lejos de abrazar lo perfecto, tener las soluciones para todo conflicto, cumplir responsables con nuestros compromisos, encontrar la vereda que un día nos redirija a ese norte perdido por negar la simpleza del honor de estar vivos.


©Rufina




5.3.09

Sorpresa

Marzo llegó de pronto,
con un golpe de hielo
en el rostro desnudo,
el ardor en los ojos
vaticinando iras,
y los labios resecos
clamando por un beso.
No hubo tiempo al escape
cuando entre malas yerbas
agonizaron solos
incipientes capullos.

Marzo llegó de pronto
buscando un acomodo
y sin ser bienvenido,
a intentar -nuevamente-
encontrar entre muertos
una raíz que en tierra
haya sobrevivido
la rabia de los siglos,
dispuesta a los rencuentros,
a un nuevo horizonte...
¡Recobrar lo perdido!

©Rufina